viernes, 2 de septiembre de 2011

trololo...

Era tarde, había tenido una larga y entretenida conversación con el fuego mientras todo tipo de almas vagaban a nuestro alrededor.

Esperaba a un vampiro, uno que solo bebía del color rojo de los labios de las mujeres.

De un momento a otro apareció, entre ese tumulto de almas que deambulaban como si estuvieran haciendo algo importante.

Lo salude y me dijo que estaba algo molesto, pregunte cual podría ser la razón de aquello y respondió que eran "atados" con su clan. No quería entrometerme mucho, después de todo, era cosa de vampiros, pero fue gracias a ello que inicio nuestra conversación.

Caminamos en la penumbra hasta llegar a las vías abandonadas de un tren. Conversábamos sobre lo difícil que era encontrar la manera de ser felices y entonces me pregunto si es que me atrevía a caminar por las vías.

Sin basilar, dije que si...me encantaba ese tipo de aventuras en donde lo mas peligroso podía ser una manada de hombres lobo furibundos y deseosos de cariño. Así que seguimos adelante.

Caminamos por días...era un poco agotador. De vez en cuando nos topábamos con algún humano que nos advertía lo peligroso de nuestro viaje, pero seguimos.

Llegando al final de las vías, a una vieja estación, pude darme cuenta de una cosa. Es fácil pensar que en el dolor te encuentras solo, pero siempre puedes encontrar alguna criatura que preste su hombro y oído para hacerte sentir mejor.

Caminamos unos cuantos días mas y nos separamos casi en el punto de inicio. No podía dejar de pensar que aunque fuese un vampiro, aun tenia corazón.

Llegue a mi hogar, dulce hogar y me quite el cansancio, comí una mandarina y me fui a soñar.